lunes, 23 de enero de 2012

gourmet underground

ratas que muerden restos de una manzana hasta que en el contenedor cae un pescado podrido.

lunes, 9 de enero de 2012

tensión y barrotes

Es como cuando ves una cárcel en un película o un telediario, e intentas ponerte en el lugar de los presos; dirías "eh, yo voy a escapar de aquí, esto no es vida, necesito algo mejor, y lo necesito ya". Entonces empiezan a llegar miles de ideas fantásticas, y en su mayoría irrealizables,a tu cabeza para conseguir tu propósito, pero sabes que ninguna te ayudará, y que sólo el tiempo conseguirá que salgas, sólo el movimiento continuo de las agujas del reloj o de los palitos negros en la pantalla digital de ese casio que lleva más de 10 año en tu muñeca podrá dictar libertad para tí.

Dicen que el tiempo todo lo cura, y según el anterior párrafo así lo parece, pero a veces también necesitamos hablar. Hablar sobre por qué llegamos a esa cárcel; véase Caravanchel I, Sangonera, o ese amor hiriente que sigue candente cada minuto de tu existencia, y que quisieras devolver a la vida, pero que tiene demasiadas causas por resolver como para conseguirlo de buenas a primeras, y poder solucionar y revocar los juicios dictaminados por el del mazo, ese que está en lo alto del estrado y que dice por qué las cosas son como son, y que en estas cosas no suele tener cara ni nombre.

Hablar para no repetir, hablar para no obviar, hablar para aprender, hablar para ser feliz.

Palabras para las partes, por partes lo que contar, y contar lo necesario y cierto. Y creer, creer en uno mismo. Supongo que eso es lo único que sé que me sacará de esa cárcel, sino estoy perdido, y tú también.